Cuando una pareja toma la decisión de "dejar de evitarlo", hay que tener en cuenta que puede pasar en cualquier momento... Y en nuestro caso, ¡así ha sido!
Empecé a notar algunos cambios físicos: de un día para otro el tamaño del pecho aumentó, así como la sensibilidad. Tenía ganas de orinar frecuentemente, pero pensé que al ser veranito y beber más, ya era normal. Una noche también tuve un pequeño sangrado, de color rosita, raro en mí ya que siempre he sido muy regular y además todavía faltaban algunos días para tener el período. Se me ocurrió buscar en internet "sangrado rosa" y empecé a ver entradas acerca del "sangrado de implantación", que jamás había oído. Ahí fue cuando saltaron mis alertas: el sangrado de implantación es un leve sangrado que ocurre cuando el óvulo fertilizado se implanta en el útero. Sucede unos 10 días después de la ovulación, justo unos días antes de la menstruación. "Que no cunda el pánico", había que esperar al día 20 que era la fecha prevista para mi próximo período.
El sábado 18 de Agosto hicimos una excursión en familia a les Agudes del Motseny y al Turó de l'Home. Me extraño al volver a casa que, a pesar de las 5 horas de caminata y esfuerzo, mi período no se hubiera adelantado. Lo mismo el 19 y el 20. El 21 ya estaba como una moto. Con mi marido nos pusimos de fecha el 22. Si ese día no había noticias... iríamos a la farmacia a por un tester.
Y ahí va el resultado...
La primera rayita indica que el tester funciona correctamente.
La segunda rayita indica que mi orina contiene HCG: Gonadotropina coriónica humana.
Es la hormona del embarazo. La segrega la hipófisis y la placenta durante todo el embarazo. Se ocupa de cuidar el sistema inmune de la madre protegiendo el feto durante el primer trimestre, y hace que el cuerpo lúteo a su vez secrete la hormona progesterona.
Leímos una, dos, y hasta cinco veces las instrucciones del test de embarazo para ver si las dos rayitas significaban lo que creíamos...
¡No hubo más dudas!
Tardamos unos minutos en reaccionar. Salimos a pasear y a tomar aire. En seguida llamamos al ginecólogo para concertar cita y... ¡a esperar!
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