No hizo falta más palabras: cuando vieron las camisetas se quedaron en shock! Al segundo, las reacciones fueron de lo más variado: desde ir a buscar el teléfono para contar la noticia a los cuatro vientos, o preguntar varias veces "¿de verdad? ¿de verdad?", o abrazarnos con una sonrisa de oreja a oreja y la lagrimilla a medio caer.
Los cuatro quisieron estrenar enseguida la camiseta, por supuesto.
¡Vaya abuelos en prácticas más guays tendrá nuestro bebé!
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